martes, 24 de abril de 2012

PRIVATIZAR O NACIONALIZAR: ESA ES LA CUESTIÓN

Muchos argentinos sintieron revivir el fervor nacionalista después de que la presidente Cristina Kirchner hiciera su sorpresivo anuncio de la nacionalización de YPF luego de veinte años de control por parte de la petrolera española Repsol. ¡Los españoles, británicos y los medios de difusión occidentales están furiosos con la Argentina! El presidente de Repsol, Antonio Brufau, indicó que Argentina “tendrá que pagar el precio correcto por estas acciones equivocadas”. La calificadora de riesgos Moody redujo la clasificación de la acción de YPF de B3 a Ba3; el 'premier' español, Mariano Rajoy, declaró que Argentina se “enfrentará al aislamiento diplomático y a la paralización de las inversiones”. ¿De qué se trata realmente? En primer término, no nos dejemos confundir por el discurso aparentemente “nacionalista” de la presidenta Kirchner, ya que para poder expropiar y nacionalizar a YPF hoy, fue primero necesario privatizarla ayer. Eso ocurrió en 1992 bajo la presidencia del Carlos Menem, y fue debidamente orquestado por su ministro de economía Domingo Cavallo dentro del marco de la capitulación argentina ante los Dueños del Poder Global, según lo describiéramos recientemente en:http://actualidad.rt.com/mas/blogs/salbuchi/blog_38194.html. En aquel entonces, para poder privatizar YPF a favor de Repsol de España, Menem necesitaba contar con el apoyo de las ocho provincias argentinas productoras de petróleo, una de las cuales es la de Santa Cruz, en el sur patagónico, cuyo gobernador por esos días era Néstor Kirchner, mientras que su esposa (y actual presidenta) Cristina, era diputada nacional por Santa Cruz. Los Kirchner prestaron su acuerdo a apoyar la privatización predatoria de YPF si el gobierno Menem le pagaba a Santa Cruz 654 millones de dólares en viejos royalties mal liquidados de YPF. Menem y Cavallo rápidamente prestaron su acuerdo; los Kirchner recibieron sus 654 millones de dólares en abril de 1993, que inmediatamente sacaron del país depositándolos en bancos extranjeros en paraísos fiscales y…. ¡desde hace 19 años que no se sabe nada más de ellos! No habrá de sorprender, entonces, que ello coincidiera con el inicio de la carrera política super-meteórica de los Kirchner, y su repentino y grosero enriquecimiento personal. Desde hace años, una parte importante y creciente de la opinión pública argentina viene presionando para que se lleve a cabo una investigación seria y profunda respecto de qué pasó con aquellos cientos de millones de dólares –auténticos “desaparecidos” de los Kirchner– mas nada se ha logrado: los tribunales argentinos, diversas ONG locales como Poder Ciudadano, el Defensor del Pueblo, la Oficina Anticorrupción y los multimedios locales jamás quisieron saber nada con meterse en este asunto. ¡Así son las cosas bajo la “democracia” argentina! Muchos sospechan que gran parte de aquellos fondos desaparecidos fueron reciclados y se los trató de blanquear hacia fines de 2007, cuando los Kirchner –en extraña sincronización con Repsol que luego de años de expoliar a YPF quiso tomar cierta distancia, dadas las enormes inversiones que la explotación del petróleo tipo 'shale' demandan– maniobraron para que el 14,9% de las acciones de YPF fueran vendidas a Eduardo Eskenazi, banquero local, financista y socio informal de los Kirchner. Al poco tiempo, en febrero 2008, otro 10,1% fue adquirido por el Sr. Eskenazi, llevando sus tenencias en YPF al 25%: un jugoso negocio para él (y sus “desconocidos socios”), ya que vienen 'pagando' por esa inversión… ¡con los beneficios de la propia YPF! Los “amigos” españoles de los ingleses Muchos observadores dentro de la Argentina y en el exterior creen ver una conexión entre Repsol y el Reino Unido; más puntualmente con la petrolera británica British Petroleum, pues Repsol pudo haber actuado como una suerte de testaferro de los ingleses viabilizando elegantemente la privatización de YPF en 1992 a intereses británicos. Claramente, hubiera quedado muy feo que YPF, perla de la corona de empresas públicas argentinas y símbolo del fervor nacionalista argentino, se hubiera vendido a los “piratas ingleses que usurpan nuestras Islas Malvinas”. ¡Cuán oportuno entonces que los amigos españoles de los ingleses aparecieran en escena! Después de todo, España es la 'Madre Patria' de Argentina, ¿no? Claramente, España jugó un papel geopolítico fundamental en el “proceso privatizador” menemista, seguramente reflejando los vínculos tradicionalmente estrechos que existen entre Borbones españoles y Mountbatten ingleses. En aquél momento, el caso prueba -el leading case, como dicen los norteamericanos– para iniciar el proceso de privatizaciones fue cuando la línea aérea española Iberia 'compró' a Aerolíneas Argentinas: ¡insólita privatización considerando que Iberia es una empresa del Estado español! En fin: un detalle nimio que no evitó que Iberia inmediatamente procediera a vaciar y destruir a Aerolíneas Argentinas, llevándose de vuelta a la 'madre patria' repuestos, turbinas, aeronaves, simuladoras de vuelo de alta tecnología… Un despreciable robo perpetrado por godos ingratos que olvidaron que la Argentina de Perón le dio de comer a la España de Franco luego de la Segunda Guerra Mundial y… ¡un mal presagio para la pobre YPF! ¿Quiénes son realmente los dueños de YPF? Con esta expropiación por parte de Cristina Kirchner, los dueños de YPF quedarían como sigue: 26% del Estado Nacional Argentino; 25% de las ocho provincias argentinas productoras de petróleo; 24,5% del grupo financiero local Eskenazi, íntimamente ligado a los Kirchner y su tropa; 6,0% de la Banca Lazard Freres; 5% de Eton Park: Goldman Sachs, Minsich, Rosemberg; 2% del Grupo Werthein y 6,5% de Repsol. Resulta interesante observar que esta estructura accionaria dejaría el 44% de YPF en manos de entidades salidas del más íntimo riñón áureo de las finanzas internacionales, que mantiene notorios apetitos geopolíticos y territoriales sobre la Argentina, notablemente aquellos relacionados con el sionismo. YPF: la 'Vaca Lechera' de Repsol Los argumentos oficialmente esgrimidos por la presidente Kirchner para expropiar YPF dan cuenta del vaciamiento perpetrado por Repsol, que expolió los activos financieros de la empresa, la falta de inversión e insuficiente producción y exploración que terminó obligando a la Argentina a importar combustibles. El decreto presidencial se refiere a “la estrategia de carácter predatorio ejercida por Repsol como controlante de YPF, que tuvo serias consecuencias para la economía nacional y seguramente se profundizará si el Estado no toma intervención en el funcionamiento de la Empresa”. Es verdad: hasta ahí todo bien, pues Repsol efectivamente le impuso a YPF una “estrategia de reducir sus niveles de producción”, generando así por primera vez en 17 años un déficit comercial en materia de petróleo y gas, que le costó al país más de 3.000 millones de dólares. En verdad, en 1997 YPF proveía el 42% del petróleo argentino y el 35% de su gas mientras que en 2011, esos niveles habían caído al 34% (petróleo) y 23% (gas). Según da cuenta un despacho de la agencia de noticias británica Reuters fechado el 16 de abril, en 1999 Repsol tomó la “decisión desastrosa” de fusionarse con YPF, ya que al poco tiempo, en 2001 y 2002, Argentina cayó en el peor colapso financiero de su historia. Eso “hizo que YPF, de ser la 'perla de la corona' de Repsol terminara siendo un torpe albatros, aunque siguió brindándole a Repsol sustanciales flujos financieros que reinvirtió en otras partes del mundo. El uso y abuso que hizo Repsol de YPF utilizándola como 'vaca lechera' ('cash cow') irritó al Gobierno, y la venta parcial de la empresa no mejoró las cosas”. De manera que “Repsol prefirió expoliar a YPF llevándose sus dividendos en lugar de invertir en la misma”. Nacionalización: ¿por qué justo ahora? Como con todo tema complejo, el caso de YPF no puede definirse en términos absolutos como blanco o negro. Sin embargo, sopesando un cúmulo de factores, se puede decir que la decisión de Kirchner de nacionalizar y expropiar YPF conforma una decisión correcta (debido a que la Argentina debe ejercer control soberano sobre sus reservas e ingresos petrolíferos), tomada por las personas equivocadas (dado que los Kirchner son directamente responsables de haber permitido y posibilitado la catastrófica y fraudulenta privatización de YPF a favor de Repsol hace 20 años, por cuyo comportamiento fueron compensados con una enorme cantidad de dinero por Menem y Cavallo), y por las razones equivocadas (los Kirchner necesitan imperiosamente acceder a los flujos financieros y garantías de YPF para que la Argentina pueda seguir pagando los montos crecientes y cada vez más impagables de su deuda pública, lo que coloca a la Argentina más y más bajo el control férreo de los poderosos del dinero global). Sucumbiendo ante las demandas de los mega-bancos globales, en lugar de llevar a cabo una profunda y completa investigación de la Deuda Externa argentina –cuyas raíces se remontan el régimen ilegal cívico-militar que usurpó el poder entre 1976 y 1983, y buena parte de la cuál puede declararse como 'Deuda Odiosa' bajo la ley internacional– los Kirchner prefirieron el camino más fácil de seguir pagando y pagando… Es así que a medida que se les fueron secando sus fuentes de dinero para pagar la deuda, se vieron obligados primero a nacionalizar los fondos de pensiones AFJP en 2008, y luego a usar cada vez más las reservas del Banco Central. Nuevamente, dos medidas soberanas correctas, tomadas por las personas equivocadas y por las razones equivocadas. Jugando con fuego… Lo que Cristina Kirchner y sus acólitos parecen olvidar en todo esto es que si en materia de petróleo un país empieza a andar a los empujones con el Reino Unido, los Estados Unidos y la Unión Europea, eso puede generarle muchos y gravísimos problemas. Últimamente, Kirchner ha levando su iracunda vocecilla quejándose de la explotación ilegal británica del petróleo en la plataforma continental argentina cerca de las Islas Malvinas…; ahora, nacionaliza YPF. Todo ello en momentos en que las potencias occidentales han dejado muy en claro ante el mundo entero su decisión de militarizar íntegramente sus estrategias mundiales de acceso y control de fuentes petrolíferas (si no me creen, pregúntenles a Irak, Libia, Afganistán o Irán). Para colmo, simultánea e incoherentemente, la Sra. Kirchner también le envía al Reino Unido y a los Dueños del Poder Global fuertes señales de que Argentina tiene vocación pacífica y que jamás se le ocurriría estructurar fuerzas armadas disuasivas mínimamente creíbles: todo ello es música para los oídos británicos, estadounidenses y europeos. En conclusión, o Cristina Kirchner es muy inocente y tontorrona o… quizás esté jugando un rol mucho más sutil dentro de una vasta estrategia global de los dueños del poder mundial, siempre atentos a aprovechar alguna 'excusa' para intervenir militarmente en todo lugar donde quiera que haya importantes recursos petrolíferos.
Por: Adrian Salbuchi Tomado de: http://actualidad.rt.com/mas/blogs/salbuchi/blog_38921.html

24 DE ABRIL DE 1915: GENOCIDIO ISLÁMICO TURCO CONTRA LOS ARMENIOS

24 DE ABRIL DE 1915 NOSOTROS NUNCA OLVIDAREMOS 97 AÑOS DE INJUSTICIA Y DE IMPUNIDAD DEBEMOS HONRAR Y SER DIGNOS DEL APELLIDO LEGADO POR NUESTROS FAMILIARES MUERTOS POR RAZÓN DE LA FE EN JESUCRISTO http://diariopregon.blogspot.com.ar/2012/04/24-de-abril-de-1915-genocidio-islamico.html
"Se trató de una "guerra santa islámica" impulsada por musulmanes criptojudíos sionistas de una secta mesiánica llamada "Dönmeh" (se puede obtener información de la misma en inglés, en la Enciclopedia Judía - Jewish Enciclopedy: http://www.jewishencyclopedia.com/articles/5278-donmeh ). Estos musulmanes criptojudíos mesiánicos sionistas, que seguían a un "mesías" propio (que no es Jesucristo), conformaron un grupo político llamado "los Jóvenes Turcos" que llegaron al poder y acabaron proponiendo el "panturquismo" por el cual Turquía debía erradicar a todo elemento no islámico, principalmente los armenios, que tras cada genocidio volvían a resurgir para ocupar nuevamente puestos sociales y económicos de relevancia a los 75 años, a pesar de las desventajosas condiciones impuestas por el régimen islámico a los no islámicos. También cayeron en el Genocidio asirios, todos en general cristianos de diversos ritos, tanto católicos como de la Iglesia Apostólica Armenia y Ortodoxos. Hubo un genocidio previo de unas 300.000 almas, a fines del S. XIX, que fue además un ensaayo. El Imperio Otomano, con los Jóvenes Turcos en el poder, convocó al servicio militar a los armenios (y cristianos en general) entre los 15 y los 35 años, para someterlos a trabajos forzados o a la muerte, de modo que tras ser convocados, las familias comprobaban que perdían contacto con sus hijos y ya no regresaban porque habían muerto asesinados. De ese modo, los varones que podían defender las familias en caso de agresión, como mayor problema de resistencia, ya no estaban. Al correr la información, muchos trataron de escapar a la convocatoria del Servicio Militar, algunos escondiéndose y otros yendo a vivir a otro lado (con lo cual salvarían la vida de toda la familia al emigrar a otra zona). Quedaban entonces en Turquía niños, mujeres y personas mayores de 35 años, que fueron objeto de una segunda fase del Genocidio. El 24 de abril de 1915, el gobierno turco emite un comunicado por el cual todos los armenios debían retirarse de Turquía, abandonando sus propiedades, y el Ejército fue el encargado en un plan científico y sistemático de ingresar por ciudades cabeceras y ciudades aledañas, y luego en los campos, de ir casa por casa a verificar que no quedaran armenios (de la Iglesia Apostólica Armenia o de la Católica, e incluso protestantes que en aquél entonces eran una ínfima minoría, llo cual fue extendido en general a todo no islámico). Los hechos acabaron en que ingresaban vivienda por vivienda a preguntar a cada habitante si se islamizaba, y en caso contrario debían retirarse en la "caravana de la muerte" con destino a Aleppo a través del desierto. Muchas veces, los que se negaban a islamizarse eran asesinados de las más crueles formas, las mujeres que les gustaban a los genocidas iban con destino a algún harén, los niños a veces eran secuestrados y enviados a instituciones islámicas para su formación no cristiana (los cuales sobrevivían de ese modo, pero mediante conversiones forzadas), mientras que los más crueles tormentos eran realizados a quienes osaban enfrantar la imposición islamizadora. Decapitados, ahorcados, aplastados, fusilados, muertos de miles de formas, las más crueles, y sus cuerpos amontonados exhibidos en las calles como si fuesen "basura". La muerte se había apoderado del Imperio Otomano. Los ciudadanos que acababan en la caravana de la muerte debían dejar sus viviendas, e incluso sus riquezas. Algunos podían llevar algunas joyas, o bienes de valor fácil de transportar, y luego pretendían cambiarlas por agua o algún alimento, y tras entregar esos bienes de valor, eran estafados y aque quien los recibía no les entregaba el bien ofrecido en cambio (agua o alimentos). En la caravana del desierto sucedían también vejaciones a las mujeres, muchas eran despojadas de sus ropas y obligadas a caminar en esas condiciones por el desierto. Charcos de agua mezclados con orín de camellos, acababan siendo bebidos por las víctimas de la "caravana de la muerte" porque no había otra cosa para beber con tanta sed. Sin bienes, sin alimentos, los ancianos y los niños que no resistían quedaban muertos en el trayecto, y una peste de tifus cundió por dodas partes infectando a los viajantes. El camino en esa "caravana" estaba marcado por los cadáveres. Turquía de ese modo acabó prácticamente con la presencia cristiana en su territorio, y estaba concentrando prácticamente a las mujeres y niños que sobrevivían en la caravana en Aleppo, no para su protección, sino que en esa ciudad se produciría el exterminio final. Hubo una resistencia armenia a su vez, pero no alcanzó para detener la horda asesina contra los cristianos armenios. Esa fase final no llegó a concretarse, porque Rusia con sus cosacos que apoyaba a los armenios bajo el Zar, en 1917 pasó a ser comunista, y los cosacos pasaron a ser soviéticos, y la sección de la Armenia Histórica que había proclamado su independencia pasó a ser una nación satélite de la URSS, y porque además acabó en 1919 la I Guerra Mundial y Turquía, que era parte del Eje, perdió. En ese contexto, asume Mustafá Kemal Ataturk, otro miembro de los Jóvenes Turcos islámico criptojudío mesiánico de los Dönmeh, que buscó tapar todo el Genocidio mediante el cambio del idioma turco pasando de caracteres arábes a caracteres cirílicos europeos, para que en el futuro nadie pudiera entender los textos que hicieran referencia a la historia reciente de Turquía, e iniciando el verdadero y único NEGACIONISMO absoluto de un Genocidio que continúa al presente. A Ataturk se lo llama "el padre de la Turquía moderna", ya que europeizó al Imperio Otomano desintegrado tras la derrota de la I Guerra Mundial, en que los hombres dejaron de vestir túnicas para empezar a vestir al estilo europeo, por ejemplo, para obtener una identidad en su concepto más "civilizada" que permitiera tapar las horrendas masacres. Se estiman en un millón y medio los muertos, a lo cual deben sumarse como víctimas los sobrevivientas, así como las secuelas sobre las generaciones futuras al presente. Tal cifra estimativa no es exacta, claro está, pero los censos que refieren la situación demográfica de Turquía son elocuentes. En el mundo, a la fecha, este Genocidio es prácticamente desconocido por la mayoría de las personas ¿por qué será? ¿Acaso los cristianos no somos "seres humanos"?" Emilio Nazar Kasbo

miércoles, 11 de abril de 2012

REFLEXIONES A 30 AÑOS DE LA GESTA DEL ATLÁNTICO SUR


El 30° aniversario de la gloriosa gesta malvinera se prestó, con las excepciones del caso, para que algunos hicieran politiquería barata y otros persistieran en su afán desmalvinizador. En primer lugar, resulta muy contradictorio y poco creíble que un gobierno que terminó de liquidar el aparato de defensa y que instaló en esta área y en la de la seguridad a personajes identificados con la ideología de los “derechos humanos” –y por lo tanto subordinados a poderes supranacionales–, pretenda erigirse en defensor de la soberanía, encabezado por una presidente que no perdió oportunidad de bastardear la gesta del 2 de abril de 1982, haciendo alarde de haber dado la espalda a la inmensa mayoría del pueblo argentino al no concurrir a la plaza del 2 de abril –cuando los argentinos se unieron en forma espontánea, sin subsidios de por medio, para celebrar la recuperación de las Islas–, pero sí a la del 14 de junio, no precisamente para estar con los que se oponían a la rendición, sino del lado de los que querían la paz a cualquier precio. De este mismo pacifismo hizo gala por estos días de “reivindicaciones territoriales”, apelando quizás a la bondad natural del hombre –y de los ingleses, nada menos–, o a la “justicia” imperante en el mundo, con organismos como la ONU, mientras fronteras adentro se encargó como nadie de fomentar la discordia y la descomposición de la sociedad, mediante la sanción de leyes aberrantes y el acomodamiento de jueces garantistas. Para colmo, esta mujer ¿peronista? nos hizo saber que el liberal y gorila general Rattenbach fue un soldado del ejército sanmartiniano; aunque después pretendió excusarse, diciendo que su padre también había sido antiperonista, pero como el mencionado general, nunca desapareció a nadie. Parece que esto último es todo lo necesario para ser alguien honrado.
Igual de lamentables fueron las palabras, por ejemplo, del Ministro de Cultura y Comunicación de Entre Ríos, Pedro Báez, que habló de “aventura bélica”, de “un gobierno al servicio de otros intereses que no eran los nacionales” –y el actual, al que usted está alineado, ni le cuento–, de “un general que tomaba demasiado”, y por supuesto, de que “volveremos a Malvinas por el camino más coherente, porque nos asisten el derecho y la justicia”; debiéndose entender con esto último, y en sintonía con los dichos de la presidente, la renuncia al empleo legítimo de la fuerza, y la confianza ciega depositada en las gestiones ante los organismos internacionales y las potencias imperiales. Que carcajada largarían los ingleses, de escuchar imbecilidades como las que dijo este hombre.
Entre los ex-combatientes también está instalada la división. Así, mientras por un lado la presidente anunciaba la presencia de algunos de éstos en la casa de gobierno, al anunciar la desclasificación del ya conocido y antiargentino Informe Rattenbach, otro grupo, en las afueras, zamarreaba al cipayo Díaz Bancalari. Entre los primeros seguramente se contaban los del CECIM de La Plata, quienes en su momento solicitaron nada menos que el retiro de un cuadro del capitán Giachino del Concejo Deliberante de Mar del Plata. Es evidente que en ellos ya no anida el espíritu malvinero; se han vendido por las migajas que les tira un gobierno tan desmalvinizador como todos los que se sucedieron desde 1982 a la fecha. Recordemos que en el desfile del llamado “bicentenario” no estuvieron los veteranos de guerra –solo un pequeño grupo de ellos que se metió repentinamente, ante el asombro de dos de los grandes responsables de la inseguridad y la indefensión en la Argentina, como Nilda Garré y Aníbal Fernández–, pero sí otras expresiones nauseabundas que ni vale la pena recordar.
En cuanto al tratamiento por parte de los medios, no cabía esperar, en general, nada sensato. Tal el caso, por ejemplo, de esos dos verdaderos canallas llamados Víctor Hugo Morales y Eduardo Aliverti. El siempre muy bien agazapado francotirador uruguayo se encargó, en su programa por uno de los canales de aire, de denostar la gloriosa gesta con dos ex –en todo el sentido de la palabra– combatientes como invitados, quienes no hicieron más que hablar sobre el frío y el hambre sufridos, más la discriminación por su condición de judíos; todo matizado con pasajes de la no menos canallesca película Iluminados por el fuego. Que otra cosa iba a hacer este personaje un tanto desmemoriado –más allá de su adhesión incondicional a la llamada semana de la memoria–, a quien parece se le olvida que en el año 1978 fueron los militares –ante una prohibición de la Asociación Uruguaya de Fútbol– los que le restituyeron su libertad de trabajo. En 1981 recaló en nuestro país, pero no precisamente como exiliado político, sino para satisfacer mejor su insaciable afán de lucro. En cuanto al segundo, justificador de los crímenes del Che Guevara con el argumento de que una revolución sin la eliminación física de opositores a gran escala no es tal, dijo por ahí que la victoria argentina en 1982, de haberse dado, hubiese sido el triunfo del fascismo, por lo tanto menos mal que se perdió. Un cipayo miserable este individuo, que ahora cacarea de lo lindo, pero bien que en su momento se calló la boca, limitándose, como él mismo dijera, a jugar con los “silencios”, el “doble sentido” y otras bobadas. Cuanto “compromiso” en este sujeto, que además parece entender por fascismo todo lo que no huela a zurdo. En esta misma línea estuvieron, por mencionar algunos, los programas producidos por otro personaje especialista en volteretas, el hoy ultra-oficialista Diego Gvirtz, con su impresentable plantel de conductores y panelistas, verdadero amasijo de panqueques y veletas.
Que decir de los “intelectuales”, como Marcos Aguinis, quien a su característico odio a la fe católica le suma su patológico análisis del 2 de abril, “un día trágico que no se debe celebrar”, según sus palabras, y su no menos enfermiza conclusión de que el nacionalismo es la enfermedad de la patria; o los del zurdaje opositor nucleados en ese asqueroso rejunte llamado Grupo de los 17 –Lanata, Walger, Eliaschev, Sabsay, Sarlo, Iglesias y Sebreli, entre otros–, para quienes tendrían derecho a la autodeterminación los Kelpers, individuos trasplantados por los usurpadores ingleses.
En síntesis, el imperialismo tiene a sus mejores aliados en todas estas expresiones. Aunque sientan repugnancia por la heroica empresa de recuperación de las Islas –sellada con la sangre del ilustre capitán Pedro Giachino–, sepan que el Operativo Rosario no fue producto de locura ni de borrachera, ni del propósito de un gobierno por perpetuarse en el poder, sino verdadero y concreto acto de soberanía –para lo cual no importa el origen del gobierno circunstancial, ¿o acaso en las gloriosas epopeyas de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires y del combate de la Vuelta de Obligado, teníamos gobiernos elegidos por la “voluntad popular”?–; hazaña que, al menos por ahora, ni en sueños es posible repetir, debido a la incapacidad intrínseca de la partidocracia para emprender acciones de este tipo. El ejercito sanmartiniano no lo constituyen personajes de cuño liberal-masónico, como Rattenbach, Lanusse, Balza o el que se subió a un banquito para descolgar cuadros, por citar algunos, sino los Giachino y Cisnero, Büsser y Seineldín, Estévez y Silva, Robacio y Poltronieri, Verdes y Fernández Cutiellos, Larrabure e Ibarzábal, Hermindo Luna y los hermanos Tadía, y todos los que pelearon por Dios y por la Patria en las ciudades y en los montes contra la subversión apátrida, y en la turba malvinera contra el gringo pirata y hereje.
¡Honor y gloria a los combatientes de las guerras justas contra el marxismo y el imperialismo anglosajón! ¡Malvinas volveremos! ¡Malvinas venceremos! ¡Viva la Patria!

Lorenzo Guidobono

martes, 3 de abril de 2012

EL ABORTO DE AGUINIS - por el Dr. Caponnetto, Cabildo

El martes 20 de marzo, desde las páginas de “La Nación”, el conocido trapisondista que responde al nombre de Marcos Aguinis salió a defender el reciente fallo abortero de la Corte Suprema, mediante un suelto al que tituló “El aliento de vida”; pero que por mejor nombre debió llamarse “Asnología”, e integrar el inquietante repertorio de burradas insignes que bajo tal nombre ha recopilado José Antonio García Ramos.

Varios roznidos aporta el autor a la causa homicida de la Corte, sorprendiendo el primero por su craso determinismo y fatalismo atroz. En efecto —escribe el rucho— si la niña de quince años eximida de toda culpa por eliminar a su bebé no lo hubiera hecho, “esa madre no sería una madre normal y feliz, ese niño no sería una persona equilibrada”.

Cómo ha llegado Aguinis a profetizar ineluctables e irrevocables desdichas, es un secreto que albergará su diván. Cómo se le restituye la felicidad y la normalidad a una mujer que ha matado a un hijo inocente, tampoco se explica. De cuño espartano, en cambio, es su opción por una persona asesinada antes que desequilibrada o enferma. Tal vez ronde próxima la DAIA con su medidor infalible de deslices discriminatorios, para sentenciar si el jumento ha incurrido en tan fatales conductas.

Pero esta fiesta de Crimen Para Todos, que acaba de organizar la gavilla de Lorenzetti —fiel al modelo nacional y popular— ha resultado empañada una vez más, según Aguinis, por “el dogma de la más importante vertiente del cristianismo, que es la Iglesia Católica”, la cual insiste en condenar tan inocuas prácticas restituidoras de la felicidad y la normalidad a las mujeres.

No obstante, y para que nadie lo suponga preñado de animadversión hacia la Iglesia, nuestro garañón confiesa sus simpatías por la misma desde los tiempos en que tomaba “vino del Rhin” en un restaurante de Friburgo, atendido por “monjas simpáticas y al que concurrían muchos sacerdotes”. Por boca de ellos se enteró “sobre los preparativos del Concilio Ecuménico II” [sic], y también por ellos asistió invitado “a ceremonias ecuménicas con protestantes, griegos ortodoxos y judíos, cosa imposible de imaginar en la Argentina de entonces”.

Así, místicamente, entre los brebajes y las comilonas en el Albertus Burse, rodeado de pretes conciliares y de rituales sincretistas, Aguinis descubrió sus ternezas por la Iglesia Católica, la cual —“libre ya de las sanguinarias cruzadas y la delirante Inquisición”— se dedica a “acciones positivas” como la “defensa de la libertad de conciencia, respeto a cultos diversos, intensa acción solidaria con los desposeídos, continuos llamados a la paz, prudente lucha contra los agravios a la democracia”. Una especie de pintoresca ONG, sin la molesta y anticuada preocupación por saber si su Cabeza es Cristo y si Cristo es Dios. “Una secta disidente israelita servida por un personal italiano”, como ironizó impíamente Jorge Luis Borges.

Y tanto simpatiza con esta “iglesia católica” el afamado pollino, que no trepida en aconsejarla bien: que cese de sostener la diferencia entre varones y mujeres, la ilicitud de los medios anticonceptivos y la negativa a que las féminas puedan “acceder al obispado”. Pero sobre todo, que termine de condenar y de reprobar el aborto, porque “ya no es aceptable que se atente contra la libertad de abortar un hijo no querido con el argumento de que se asesina una vida inocente”.

Nadie ose pensar que Aguinis está queriendo desnaturalizar y pervertir a la Esposa del Señor. Tampoco roce alguno su pensamiento con la conjetura maligna de que el celebrante de las gestas del marrano esta befando una vez más el rostro santo de la Barca. No; nada de eso. Tales reconvenciones sostenidas con admonitorio gesto tienen lugar, sencillamente, porque lo contrario le “genera [a la Iglesia] una deserción de fieles”, y no es cuestión de perder la clientela. Bastante escrupuloso estuvo ya el paisano Judas, que devolvió los denarios y encima se ahorcó. Si al fin de cuentas todo lo que habían hecho él y sus empleadores hebreos era prefigurar el fallo de la Corte y matar a la víctima.

La agudeza del rucio no parece dispuesta a detenerse, en esta su nota impar. Habiendo desechado que cuando se aborta se asesina la vida de un inocente (¿de qué será culpable?), acota para una antología del cinismo: “Si la madre y el médico son asesinos por terminar con un embarazo no querido, ¿quién es el asesino de los abortos espontáneos? ¿Dios? ¿Por qué esa «vida inocente» en el vientre materno no es protegida por el Señor Omnipotente? ¿Tocamos el absurdo?”

No es propiamente el absurdo lo que está tocando Aguinis con esta farsa argumentativa, sino algo más trágico que se llama blasfemia. Porque va de suyo que en una muerte naturalmente ocurrida —sea a la edad de la vida que sobrevenga— no hay asesinato alguno, y que un aborto espontáneamente advenido no tiene responsables culposos, sino padres dolientes que jamás podrán olvidar el desgarrón de esa vida trunca. Sabemos empíricamente de qué estamos hablando. Explicarle a tamaño burro porqué el “Señor Omnipotente” nos dona y nos quita la vida o los bienes cuando su justa providencia lo dispone; porqué no abandona a ninguno de sus hijos, mucho menos cuando los llama a su seno, es algo que escapa a sus merecimientos intelectuales y morales. Si el zopenco supiera que Job no es un sustantivo inglés sino el nombre de un personaje veterotestamentario, algo podría colegir al respecto.

Quedaba por alcanzar la cima mayor de la estulticia y de la burdísima ignorancia, y Aguinis conquistó el anhelado trofeo. Sumando a sus muchos títulos —como el de arrebatador de la gloria de Edipo, injuriador de San Cirilo de Alejandría, inventor del Prondec, invertidor de la Cruz o pavo real— decidió convertirse en exégeta bíblico, y nos regala esta perla interpretativa a la que no arribaron siquiera las testas de Spinoza o Teodoreto: “El primer hombre se llamó Adán […]. La versión más difundida es que fue modelado con tierra por las escultóricas manos del Creador. Lo hizo completo, con vísceras y pestañas, con labios y uñas. Era un feto grande. Una «vida inocente», como se dice en la actualidad. Pero no tenía vida. No la tenía y no la tendría si Dios no le insuflaba su espíritu, que vendría a ser el oxígeno que le permitiría respirar. Sin oxígeno (que en la antigüedad no se conocía y se llamó aliento o soplo o espíritu) no habría existido el primer hombre. Los sucesivos nacimientos siguieron ese modelo: una previa configuración, que adquiría vida autónoma al inhalar el oxígeno […]. Formó Dios al hombre (Adán) del polvo del suelo (adamá) e, insuflando en sus narices aliento vital, quedó constituido el hombre como ser vivo […]. Dios insufló «en sus narices el aliento vital y quedó constituido el hombre como ser vivo». Se refiere a las narices, no al embrión. Se refiere al aliento vital, que no puede ser sino el oxígeno. Recién entonces se constituye el hombre como ser vivo, según marcan las Escrituras. No cuando era un simple embrión”.

Una primera y relevante consecuencia se sigue de la hermenéutica aguiniana. Y es que en lo sucesivo, las diferentes y valiosas agrupaciones Pro Vida deberán constituirse en defensoras a ultranza de narices, puesto que por tamaño órgano, está visto, penetra la vida. ¡Cesen los genetistas y neonatólogos sus arduos exámenes científicos sobre la vida y el desarrollo del nasciturus! Es la hora de las pituitarias, el glorioso y postergado turno de los otorrinolaringólogos. Dios hizo vivir a los nasos, no a los embriones; y adelantado fue Quevedo que supo decir aquello de “érase un hombre a una nariz pegado”.

Una segunda consecuencia de la erudita exposición del onagro es el obligado cambio de rumbo que deberán hacer de ahora en más los teólogos de todas las escuelas y corrientes. Al fin sabemos que Dios es un enfermero eficiente, un adelantado de Carl W.Scheele —el descubridor del oxígeno— que con su inmenso tubo a cuestas iba desparramando vida de napia en napia y de trompa en hocico. Por suerte, y con el paso de los siglos, llegaría Cristina Kirchner para abreviar el nombre de tan salvífico elemento, llamándolo “cero”, a secas. Según el neo-biblista Aguinis, antes de que el “feto grande” hecho de barro recibiera su primera bocanada de oxígeno, fuera del vientre materno, no tenía ni tiene vida. Ergo, si la Corte decide achurarlo panza ad intra, aplaudamos el hecho.

Al fin un corolario tercero se desprende del análisis del levita cordobés, y está llamado a revolucionar el universo de la antropología. “Los sucesivos nacimientos” — le hemos leído— “siguieron ese modelo [el de Adán]: una previa configuración, que adquiría vida autónoma al inhalar el oxígeno”. ¡Tantos debates semánticos estériles agitándose en el terreno de la metafísica, de la medicina, de la bioética, y Marcos Aguinis tenía resuelto el dilema valiéndose de un tropo informático! ¿Qué es el hombre?, se preguntaba Hamlet. ¿Qué es el hombre?, nos preguntamos todos. He aquí la respuesta final y unívoca: una configuración, a la que recién se puede tener por viva cuando inhala un poco de oxígeno autónomamente. Como el Windows XP si no lo agarra el virus troyano. La nobel periodización aguiniana no abriga dudas: antes de la oxigenación nasal asistida por un extraño demiurgo neumonólogo, no hay vida; después sí, aunque su duración dependerá de la cantidad de delincuentes que dejen en libertad los mismos jueces garantistas de la Corte Suprema.

Ironías al margen, es demasiado grave que este sujeto indocto y fatuo tenga un espacio público desde el que desgranar el error, la mentira, la confusión y la ignorancia. Y que una vez más, no haya obispo dispuesto a salvar la ofensa que le ha propinado la Iglesia y a reponer el orden alterado. Demasiado grave, incluso, que se justifique el asesinato de las criaturas por nacer con una retorcida y estúpida interpretación bíblica.

Se cuentan por decenas los textos escriturísticos en los que la vida del embrión es considera sagrada e intangible; como querida y premiada por Dios es considerada la tarea de los padres de engendrar un hijo. Embrión, hijo o fruto de las entrañas maternas, no nariz oxigenada por una deidad que nos saca de la hipoxia.

A la vista está el Salmo 138, 13, cantándole al Señor: “Tú formaste mis entrañas, me tejiste en el seno de mi madre”. El libro de Jeremías, en el que Dios dice al profeta: “antes de formarte en el seno materno te conocí” (Jer. 1,5); los pasajes del Génesis en los cuales el Altísimo ordena engendrar y parir; y hasta los mellizos de Rebeca que combatían dentro de su vientre (Gén. 25, 21-22). Cuando el Señor castiga a María con la lepra, Aarón dirige esta súplica: “no sea ella como un aborto, que al salir del seno de su madre tiene ya medio consumida la carne” (Núm. 12, 11). Sin olvidarnos el explícito y conocido pasaje del Libro del Éxodo (21,12), en el que se dispone el castigo recio e inflexible para quienes “trabados en riña dieren un golpe a una mujer encinta, de modo que aborte”. ¿Se humillaba el Apóstol San Pablo cuando se llamaba a sí mismo “aborto” (I Cor. 15, 8), o se estaba ponderando, anticipándose al fallo de Lorenzetti y sus secuaces? Cuando la misma y terrible metáfora es utilizada por San Ignacio de Antioquía, ¿debe entenderse que la rotulación escriturística de alguien como un abortivo es un encomio, o el más agraviante de los epítetos que uno pueda cargar sobre sus hombros para expresar su nadidad?

A la vista de estos escogidos pasajes —que no son los únicos, pues también el Salterio abomina de quienes andan derramando la sangre inocente de sus hijos— es cuanto menos una canallada salvaje valerse de la Biblia para justificar y aplaudir el fallo crapuloso de la Corte Suprema. Cuanto menos, decimos. Cuanto más cabe otro nombre, pero las meretrices no tienen la culpa de todas las filiaciones que le brotan, maguer sus sanitarias prevenciones.

Aguinis dice pertenecer a una camándula de intelectuales opugnadores del Gobierno. Y Cristina se dedica más que a gobernar, a criticar cada artículo de los medios que presume opositores. Aguinis aprueba el aborto. Cristina ha dicho que no lo promueve ni lo busca. ¿No era una buena ocasión para que la presidenta reuniera a sus aplaudidores lacayunos, con alguna de las excusas que lo hace habitualmente, y dijera en público, con la noteja de Aguinis en la mano, que “La Nación miente”, y que su autor incluso destila “un tufillo racista”, al predeterminar quiénes tienen que morir para no vivir padeciendo desequilibrios o traumas?

Ocurre que el antioficialismo de los innúmeros Aguinis es un escandaloso bluff. Son sirvientes del Régimen, esbirros de la democracia, agentes del sistema cuya perversión prohíjan, potencian, usufructúan y medran. Cuando hay que matar inocentes —sus cuerpos o sus almas— están codo a codo con quienes dicen diferir o confrontar.

Y ocurre que la oposición al aborto de Cristina es un fraude inicuo. No sólo porque no ha protestado contra el fallo de la Corte —que contiene a algunos de sus amigos, como un sodomita prostibulario y una atea invertida— sino porque, desde hace años, tiene desplegada y ordenada a sus infernales huestes para impulsar el derecho al aborto en el ámbito legislativo. Tales los casos, entre otros, de María Elena Chieno, Silvia Risko, María del Carmen Bianchi, Gloria Bidegain, Mara Brawer, y un sinfín de esperpentos.

“Es un tema para el debate tranquilo, no para los anatemas”, concluye Aguinis su culposo dislate. Y reclama “un consenso […] que mantenga a la religión —y a la Iglesia Católica en especial— en una postura acorde con las necesidades de la actualidad”.

Las necesidades de la actualidad de Aguinis están sobradamente cubiertas con sus recursos múltiples de betsellerista fenicio y de Epulón sin atriciones. Que se entregue nomás al consenso de sandeces rentadas, con tantos otros de su mísera laya. Pero la primera necesidad de la actualidad de los niños por nacer es la de ser alumbrados, recibidos, criados y educados cristianamente. Sean el fruto de una violación horrenda o del más amoroso acto conyugal. Si lo primero, porque un mal no se remedia con otro mal. Si lo segundo, por razones obvias.

En pos de esos niños por nacer cruzamos hoy espadas. Contra la Corte, el Gobierno, la intelligentzia judía o la inacción lacerante de la Jerarquía Católica.


Antonio Caponnetto