jueves, 27 de octubre de 2011

1974- 27 de octubre- 2011 ¿Quién fue JORDAN BRUNO GENTA?


Se llamaba Jordán Bruno Genta, aunque algunos todavía no sepan escribir ni pronunciar su nombre.

Jordán, palabra aguda de resonancias graves y luminosas, como el río en el que recibió el bautismo Nuestro Señor Jesucristo. Bruno, fuerte como coraza o armadura, en antigua semántica germana.

Dios se las ingenió para que se cumpliera el poema: mira que al dar un nombre se recibe un destino.

Enseñó la Verdad Católica, Apostólica y Romana, en plena y continua comunión con la Cátedra de Pedro.

No aprobó jamás los procedimientos castrenses irregulares y clandestinos para combatir al marxismo. Clamaba por la guerra justa, limpia, frontal y varonilmente librada: la guerra contrarrevolucionaria, de la que fue su más esclarecido doctrinario.

Sostuvo una enemistad firmísima con el comunismo, pero también -y simétricamente- con el liberalismo en todas sus variantes. El liberalismo sigue siendo un pecado, y lo sabía.

No fue democrático. Admiraba a los grandes monarcas santos, a los varones jerárquicos instauradores de gobiernos fuertes, a los jefes aristocráticos, a los Caudillos de la Patria y de Occidente; y hasta respetaba cristianamente a los grandes conductores nacionales a quienes aplastó la conjura aliada en 1945.

La Realeza Social de Jesucristo era su opción política. El Omnia Instaurare in Christo, su lema y su norte. Su divisa flameante e izada bien al tope.

Nunca fundó un partido ni aconsejó formarlo o integrarlo. Nunca creyó en la unidad de los opuestos, ni en la coyunda con liberales y populistas, ni en la acción conjunta con quienes no existe previamente la unidad en el Ser. Repetía con Santa Teresa: “es preferible la Verdad en soledad al error en compañía”. Y con Aristóteles: “en toda juntura entre lo malo y lo bueno, sufre lo bueno”. No mixturaba los contrarios, así como evitaba mezclar el agua con el vino.

Se atrevió a decir lo que otros callaban y aún callan: que hay una culpabilidad judeomasónica tras el drama de la Argentina y tras la derrota de la Civilización Cristiana. Ni el pulso ni la voz tremaron en su cuerpo cada vez que fue necesario opugnar con la Sinagoga de Satanás. Pero tampoco faltó la caridad siempre que un prójimo, fuere quien fuese, se aquerenciaba hasta su puerta.

Denunciaba con bizarría al Imperialismo Internacional del Dinero, y con mirada sobrenatural alertaba contra la acción del Anticristo.

Señaló la naturaleza crapulosa del peronismo, y una por una marcó a fuego las canalladas múltiples de Perón, artífice de la subversión, cohonestador de sus primeros crímenes, y propugnador hasta el final del mundialismo masónico, previo paso por el continentalismo y el socialismo nacional, como repitió hasta el hartazgo. Las tónicos del pasado no son las medias verdades sino la metafísica y la teología.

Expresamente repudió la falsa línea ideológica “San Martín - Rosas - Perón”. Sus arquetipos no eran los incendiarios de iglesias sino los herederos de la estirpe del Cid. Una memoria completa no basta para saberlo. Es necesario una historia veraz.

La teoría de los dos demonios, y la posición de quienes se sienten discriminados porque sólo se ataca a uno de ellos, le hubiera causado repulsión y desprecio. En la patria, no se enfrentaron ni se enfrentan dos demonios sino las dos ciudades agustinianas. Él batalló por la Civitas Dei y cayó en su defensa, heroicamente. No fue la víctima accidental de una refriega terrorista. Fue un combatiente valeroso abatido a mansalva por el enemigo.

No estaba por azar cuando ocurrió el atentado marxista, el 27 de octubre de 1974. Ni recibió una bala casualmente, ni resultó víctima de una explosión que buscaba otro destinatario. La substancia antes que los accidentes explican su caída. Lo habían ido a matar a la puerta de su casa. Un domingo, cuando rumbeaba para la Santa Misa, en la tradicional festividad de Cristo Rey, como después escribieron sádicamente sus verdugos.

Tuercen los hechos quienes dicen que lo mataron por pensar diferente. Lo mataron por pensar verdadero y obrar y vivir en consecuencia.

Cayó con muerte previsible, anunciada, esperada. Con la muerte bella y merecida del mártir. Dio su sangre ofrecida en oblación por la Cruz y la Bandera, por la Fe y por la Verdad Crucificada.

Para inteligir lo sucedido el 27 de octubre de 1974, no hay que acudir a “las sórdidas noticias policiales”, sino al misterio de la Comunión de los Santos.

Que lo hayan matado los mismos que antes y después mataron a tantos otros -¡ay!, tantos hombres de bien!- no quiere decir que lo hayan matado por lo mismo. No lo mataron por lo mismo que buscaban segar las cabezas de mercaderes yanquis, de empleados del Club de Roma, de dirigentes radicales, de empresarios usureros o de gremialistas mencheviques. Los guerrilleros distinguieron en su momento lo que hoy no saben ni quieren distinguir otros.

Y que haya muerto en democracia, bajo un gobierno constitucional, no aumenta las culpas de la guerrilla sino la ingénita perversión de la democracia.

Lo mataron por ser católico y nacionalista. Lo mató el odio rojo por luchar por el Amor de los Amores.

En vida, quisimos ser sus discípulos y seguidores.

Desde que lo asesinaron, no hemos dejado de honrarlo, recordarlo, difundirlo, y darlo a conocer entre quienes no habían tenido la gracia de conocerlo. Lo hicimos sin medios y sin los medios. En soledad, con la conspiración de silencio como sombra amenazante y artera. Lo hicimos -corriendo modestos pero concretos riesgos- sin que se enteraran ni nos acompañaran los que hoy, en buena hora, se han percatado de su existencia y se suman a la partida. Bienvenidos si vienen por la victoria pendiente, antes que por la paz ghandiana. Por el perdón tendido al que se arrepienta y enmiende, y la resistencia empecinada contra los herederos sanguinarios del bolchevismo, enseñoreados hoy sobre la nación.

¿Que importancia tiene que una pseudojusticia mundana -en manos de sodomitas y aborteras- declare alguna vez que su crimen fue de lesa humanidad? ¿Son acaso las categorías de Nüremberg las que glorificarán a nuestros muertos ilustres? ¿Son acaso los criterios del enemigo los que han de blanquear sus memorias insignes? No fue un crimen de lesa humanidad contra los derechos del Salvador el que se perpetró en el Gólgota. Fue el deicidio. Los deicidas siguen matando a los testigos del Gólgota. Y no hay leguleyería internacionalista que alcance para calificar a los victimarios.

Tampoco estamos pidiendo que un tribunal oportunista y mendaz investigue a los autores del homicidio, ni que ciertos pastores cobardes consideren la sola posibilidad de introducir su beatificación.

Ningún secreto encierra la causalidad formal de su asesinato. Los que lo abatieron gobiernan. Sus nombres y sus rostros, son los nombres y los rostros excecrables del Régimen. Caras con muecas sicarias y rictus infames que no logran disimular los avances cosméticos.

Y está a la derecha del Padre, gozando del merecido cielo que alcanzó por asalto, al haber caído como mártir de la Fe en el más estricto y cabal sentido de la palabra. Los mártires de los últimos tiempos no serán reconocidos como tales, escribía San Agustín. No serán reconocidos por los heresiarcas. Pero el Dios de los Ejércitos pasa revista en cada alba, y un ángel arcabucero señala su presencia con un centelleo vertical de luces altas.

De eso se trata este homenaje. De decir la verdad entera.

Jordán Bruno Genta: mártir de Cristo Rey. Jordán Bruno Genta: maestro de la Verdad. Jordán Bruno Genta: católico y nacionalista.

Jordán Bruno Genta: ¡Presente!.

Escribe Antonio Caponnetto, Director de Cabildo.

jueves, 13 de octubre de 2011

ANTISEMITISMO POR ENCARGO

APARTHEID


A instancias de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) acaba de producir un informe sobre el antisemitismo local. Y el diario “La Nación” (cfr. 7 de octubre de 2011) recogió las conclusiones con la alarma expresada desde el título de su editorial: “El fantasma de la discriminación”.

Acompaña al comentario sobre el apartheid local, la contrapartida de las contribuciones benéficas de la colectividad judía, pero con omisión de notables aportes que también corresponde justipreciar. Por de pronto a partir de la actualidad en que, a pesar de la segregación denunciada, gobierna una Presidenta del origen racial supuestamente amenazado. Acompañada por su canciller judío, por gobernadores y funcionarios de idéntica progenie. Con magistrados judiciales como el émulo del Sanedrín, que esgrimiera la espada de los derechos humanos para castigar delitos de “lesa humanidad” ajenos a la legislación argentina, mereciendo el galardón de la B’nai B`rith. También en otras áreas, vinculadas al auxilio de los pobres, han figurado los dos hermanos cobijados por las Madres de la Plaza de Mayo, aunque resbalaran catastróficamente. En la economía y los negocios públicos o particulares, la enumeración de exitosos protagonismos ocuparía extensos tomos; hasta llegar a inmensas heredades y empresas legendarias que llegaron a facturar ganancias fabulosas. Sumándose a todo, la gestión de altos funcionarios en años recientes, que contribuyeron al cambio de la Constitución del ‘53, para despojarla de vestigios confesionales. Como también la abolición de la enseñanza católica en Catamarca, precisamente por reclamo de la DAIA; y el destierro de la vieja bandera tucumana donde figuraba una Cruz. O, más cerca, la reforma del sistema educativo por un destacado Ministro del mismo origen. Con afirmación del laicismo y la moderna instrucción sexual de técnicas explícitas con amplias perspectivas de género.

Tamaña barahúnda obliga a releer el artículo de marras buscando una mayor aclaración de las ideas. Pero al contrario, la confusión resulta más profundizada. Por algo increíble… al constatar que el matutino, en una parte de la entrega, tras aludir al “Holocausto” recuerda la deuda social (sic) “que el Estado argentino aún no ha saldado” por los ataques a la embajada de Israel y la AMIA. Vale decir, que no sólo se culparía al Estado argentino (lo que ya es una enormidad) sino también a todos los conciudadanos, involucrándolos en la responsabilidad por toques criminosos de lesa humanidad. Para más, sobre un tema tan turbio y lleno de sospechas, que en su momento suscitó agudas clarificaciones y severas críticas de honrosos miembros de la comunidad judía.

MORDACIDAD


Todo en fin, refleja un insólito sarcasmo. Porque si hay un sitio en el mundo donde los judíos se sienten absolutamente seguros y prósperos dueños, se encuentra en la República Argentina. Valga para ello la relevancia de significativos nombres. Wilhelm, Ezquenazi, Werthein, Elztain, Mindlin, Aguinis, Grobocopatel, Kunkel, Verbitsky, Capitanich, Alperovich, Fellner, Larcher, Manusovich, Scioli. Imposible aquí, olvidar que el Domingo 3 de julio de 2005 el mismo diario “La Nación” publicaba una nota espectacular, que de por sí representa el contundente mentís a toda la fábula que inspira el revuelo actual: “EDUARDO ELSZTAIN: EL DUEÑO DE LA TIERRA”. Referido al joven propietario de casi todos los shopping centers porteños, cercano a Soros y princial accionista del Banco Hipotecario. Constructor de un verdadero imperio inmobiliario, que incluye los principales shoppings de Buenos Aires (Alto Palermo, Patio Bullrich, Paseo Alcorta, Design Center y Abasto), campos ganaderos y agrícolas en todo el país (agrupados bajo la empresa Cesud), hoteles de lujo (Llao-Llao, Intercontinental y Sheraton Libertador) y varios edificios emblemáticos, como el Rulero de Retiro, el Laminar Plaza de Catalinas y su última adquisición, la torre de Microsoft. Dueño de gran parte de Puerto Madero y de barrios privados de lujo, hace unos años concretó la compra de una estancia en la península Quetrihué —sobre el Lago Nahuel Huapi— que comienza en Villa La Angostura y en cuyo extremo se encuentra el Bosque de Arrayanes. De su bolsillo financia a varias instituciones judías, como colegios, sinagogas y comedores. Además, preside la filial argentina de la prestigiosa fundación internacional Hiller. Desde hace un tiempo, concluye la célebre nota, el empresario observante de los preceptos del rito judío comenzó a usar a toda hora y en todo lugar la tradicional kipá. Conviene subrayar que todo esto figura textualmente en la sección Enfoques del ejemplar señalado.


COLOFÓN

Como broche positivo, el rabino Sergio Bergman —legislador electo de la ciudad de Buenos Aires— con su conocida elocuencia se presentó en estos días por televisión, mostrando en sí mismo la contraprueba del antisemitismo elucubrado por la UBA y la DAIA. Pero el dato negativo sigue siendo que el influyente diario fundado por Bartolomé Mitre, haya recogido una gravísima imputación contra el país. Tan luego de la susodicha Universidad y de una institución como la DAIA, caracterizada por sus fobias y deslizamientos calumniosos.*


Casimiro Conasco
Octubre de 2011

* Frente al consiguiente reclamo de las autoridades religiosas catamarqueñas —por la supresión de la enseñanza religiosa y la discriminación contra la mayoría católica— el presidente de la DAIA juzgó que los términos “se acercaban peligrosamente al antisemitismo”. Y dos caracterizados rabinos acusaron la aparición del fantasma racista, con elementos susceptibles de generar actitudes persecutorias contra la comunidad judía.




Fuente: elblogdecabildo.blogspot.com




El descubrimiento de América


"La conquista de América no fue la empresa comercial de un grupo de buscadores de oro, sino la empresa de la redención espiritual de un pueblo de héroes que necesitaba de una nueva Cruzada para dar rienda suelta a su vocación de heroísmo; de un pueblo que, como ningún otro pueblo, necesitaba del azote de la guerra para librarse del azote de la paz. La paz es el receso de los héroes y es la perdición de los pueblos heroicos, porque los héroes necesitan de la gloria y los pueblos heroicos necesitan de las calamidades que acompañan a la gloria. Los pueblos necesitan de la victoria y necesitan de la derrota. Necesitan de la victoria porque la victoria es una consecuencia natural del heroísmo y necesitan de la derrota porque la derrota es una consecuencia natural de la humanidad; necesitan de la victoria porque la victoria es un premio y necesitan de la derrota porque la derrota es una lección.
El descubrimiento de América fue una empresa santa. Colón, desde la miseria de su vida, aspiraba a la reconquista del Santo Sepulcro, mientras los reyes reconquistaban España para la Cristiandad. Los conquistadores españoles, desde la miseria de su vida, aspiraban a la conquista de América para la Cristiandad. La empresa del Descubrimiento y la empresa de la Conquista eran empresas ordenadas por Dios, y el Almirante lleno de pecados y los conquistadores llenos de pecados eran los instrumentos de Dios, porque Él había juzgado que eran suficientemente hombres para llevar a Dios al conocimiento de los hombres.
La conquista de América fue la conquista de las espadas ennegrecidas en la sangre de la reconquista de España y los uniformes quemados por la sal mordiente de la travesía.
La conquista de América fue el barullo de los corazones y las espadas, cuando las espadas y los corazones se movían en las manos de los hombres y redoblaban en los pechos de los hombres. Fue la empresa de heroísmo de los tiempos en que la vida servía para la muerte. Era la empresa de los hombres que renunciaban a la vida en la demanda de una vida nueva y de una nueva muerte. Eran los navíos que cabeceaban con el vaivén pensativo y solemne que traían de los amaneceres solos y los crepúsculos tendidos. Eran los soldados de la guerra y los misioneros de la Cruz.
Venían todos los que tenían una esperanza de salvación en América. Venían a América para fundar en ella el Reinado de Cristo. Traían su vida para darla por la vida de América y traían su muerte para darla también por la vida de América, y traían su vida y su muerte para darlas en la conquista de Dios".

Fuente:
Ignacio B. Anzoátegui, Mendoza o el Héroe. Tres ensayos españoles, Buenos Aires, Sol y Luna, año 1938.

sábado, 8 de octubre de 2011

"Derechos Humanos, Justicia y Reparación"


Muchas veces hemos escuchado que uno de los principales logros del kirchnerismo había sido la conformación por fin de una Corte Suprema independiente. Queda cada vez más demostrado que tal "independencia" no es otra cosa que la peor sumisión de sus ministros a los poderes terroristas que atacaron a la Nación argentina y a las logias judaicas y organismos afines que operan en el país premiando y justificando el accionar del terrorismo apátrida.

Palabras de Arturo Larrabure:

"Perplejo, he leído que el presidente de la Corte Suprema de Justicia eligió a Eduardo Anguita para que presentara su libro “Derechos humanos, justicia y reparación”.
El gesto del Dr. Ricardo Lorenzetti, de singular significado, no parece evidenciar “el respeto y la tolerancia” que se autoadjudica el magistrado, ni es prueba de “la igualdad ante la ley para todos” que predica; más bien se asemeja a una burla al dolor de las víctimas del terrorismo guerrillero, se aleja de la prudencia e imparcialidad con que deben conducirse los jueces, y anticipa que para algunos de ellos hay una sola clase de derechos humanos.
Como miembro de la organización terrorista ERP, que secuestrara y asesinara a mi padre, Anguita integró el grupo guerrillero que copó, el 6 de septiembre de 1973, el Comando de Sanidad del Ejército, asesinó al Tte Cnel Juan Duarte Hardoy e hirió a un oficial y a un conscripto, en el marco del ataque sistemático a la población civil que en pleno gobierno constitucional realizó el terrorismo guerrillero para imponer un régimen marxista.
Confío que otros jueces tendrán el coraje para desoír la convocatoria del Dr. Lorenzetti a imitar su cuestionable proceder, y alguna vez juzgarán a los guerrilleros que entonces torturaron, secuestraron y asesinaron a miles de personas, y a quienes hoy presuntamente malversan los caudales públicos indemnizando a los deudos de los guerrilleros muertos durante el ataque a cuarteles, en plena democracia.
Y espero también que cuando la causa por el asesinato de mi padre llegue a la Corte, el Dr. Lorenzetti tenga el decoro de excusarse, porque evidentemente con su gesto ha prejuzgado".

De Arturo Cirilo Larrabure